Los casi 600 trabajadores de PepsiCo Alimentos Argentina, firma ubicada en la localidad de Florida Oeste, decidieron hacer frente a la incertidumbre de encontrarse despedidos desde la noche del feriado del 20 de junio. A pesar del frío, y hasta de las divisiones internas, tras una reunión en la sede del Ministerio de Trabajo mantienen el acampe en los portones de la fábrica. La empresa trasnacional no se movió de su determinación, pero en la mañana del jueves se retomarán las negociaciones con el Sindicato Trabajadores de la Industria de la Alimentación, encabezado por Rodolfo Daer.
Mientras, en la zona industrial de Florida Oeste, los trabajadores en alerta y movilización evalúan medidas de fuerza que van desde mantener el acampe hasta cortes en la Panamericana y acordar un bloqueo de TASA, la planta logística de PepsiCo, ubicada en la zona norte, con el fin de perjudicar las ganancias de la empresa.
CRÓNICA DE UNA NOCHE ANUNCIADA
«Desde hace meses se sospechaba que la empresa iba a tomar una determinación. Veíamos que los paquetes de snacks salían impresos con otras direcciones. Desde la patronal argumentaban que era circunstancial, que nuestras sospechas eran sólo rumores infundados para influir en la paritaria. Que no iba a pasar nada», relató Patricia, una de las referentes de la comisión interna.
Sin embargo, los rumores se hicieron realidad el feriado de Día de la Bandera. Un cartel pegado en uno de los portones anunciaba que «con el motivo del cese de las operaciones en la Planta Florida (…) se comunica al personal que se encuentra liberado transitoriamente de prestar servicios manteniendo el goce de haberes».
Iván, otro empleado, comentó que «nos enteramos por una cadena de mensajes ayer a la noche. Hace años que corría el rumor que PepsiCo se reinstalaría en otro lado, pero al igual que en Cresta Roja o SanCor se tomaron las represalias a los trabajadores con el favor del Gobierno».
La empresa trasnacional llegó a esta determinación como cierre de un proceso de relocalización en Mar del Plata, donde años atrás adquirió la planta de Pehuamar y consiguió cerca de 15 hectáreas con ayuda del municipio de esa ciudad para ampliar sus instalaciones.
Mientras en Florida, según relatan los operarios, en los últimos cuatro años se cerraron 6 líneas de producción, con los consecuentes «arreglos» o «retiros voluntarios», aunque también se produjeron reincorporaciones por los reclamos sindicales. Hasta ayer se desempeñaban más de 500 empleados en las cuatro líneas de producción que aún funcionaban, más los cien que realizaban tareas de servicio.
El salario de un operario de baja categoría superaba los 15 mil pesos, sin tomar en cuenta la paritaria 2017, apenas por encima de la línea de pobreza. Guía de Noticias pudo conversar con varios de ellos, que se trasladaban desde Hurlingham, Moreno y José C. Paz. Muchas son mujeres trabajadores, que realizaban las tareas de embalaje.
«Después nos empezaron a llamar desde un call center convocándonos a cada uno a una entrevista con Recursos Humanos para llegar a un arreglo ‘superador’ de lo que por ley nos correspondería», comentó Patricia. Sin embargo, «por más que se arregle una suma considerable ¿qué es el dinero en la actual situación económica?», reflexionó. «Queremos no perder los puestos de trabajo, somos muchas personas de más de 40 años y mujeres con hijos, muchos con problemas de salud por causa de las condiciones laborales, ¿quién nos tomaría?».
A pesar de los momentos decisivos, afloraron las divisiones internas. En una esquina de la calle Posadas se instaló la comisión interna rodeada de muchos operarios, y trabajadores de otras empresas que llegaron en solidaridad. Además, algunos delegados de la comisión pertenecen al Partido de los Trabajadores Socialistas.
En la otra esquina de la misma calle, separados por doscientos metros, los congresales y dirigentes del STIA compartían una olla popular con representantes de fábricas recuperadas como Cueroflex. Allí también dieron el presente los concejales del Frente para la Victoria de Vicente López Joaquín Noya, Malena Cholakian y Julieta Martínez Molto; y de San Martín Hernán Letcher.
La grieta interna entre el cuerpo de base y la estructura sindical de STIA reflotó estos días. Desde el gremio acusan a los delegados de «generar problemas para los compañeros» al llamar a asambleas, paros y medidas de fuerza. «Terminan perjudicando a todos porque después corren riesgo los puestos de trabajo», se quejan.
Desde el otro lado de la calle, responden. «Pretenden instalar que la empresa cierra porque con el cuerpo de delegados hacemos asambleas y reuniones y decidimos de cara a los trabajadores. No hacemos las cosas a espaladas de los compañeros como ellos. Y son tan responsables como PepsiCo por lo que nos está pasando porque no hicieron nada», disparó en off una fuente de la comisión interna.
LOS ARGUMENTOS DE LA EMPRESA
En la mañana del miércoles, la compañía difundió un comunicado oficial. «PepsiCo Argentina anuncia cambios operacionales: PepsiCo Argentina anuncia hoy que ha tomado la difícil decisión de cesar las operaciones en la planta ubicada en Florida debido a los obstáculos de la ubicación en un área mayormente residencial, su compleja estructura de costos y extensos requerimientos logísticos».
«Estas decisiones son desafortunadas y difíciles para todas las personas involucradas y por esto PepsiCo ofrecerá un trato cuidadoso a los empleados a través de una propuesta que mejore significativamente cualquier requerimiento legal».
Al mismo tiempo la empresa afirma que sostiene «su compromiso con Argentina al expandir su matriz productiva en Mar del Plata», donde tiene la ventaja de las plantaciones de papas en las cercanías.