En diciembre de 2010, Marcelo Pecollo fue condenado a 30 años de cárcel por el Tribunal Oral Nº2 de Morón. El delito era aberrante: violar a cinco de sus alumnos de entre tres y ocho años. Pecollo era profesor de música en el colegio Raíces y Alas de Merlo; su caso se había conocido en 2007, luego de que un chico le dijera a su madre que Pecollo lo había tocado. Solo llevaba tres meses como docente en el lugar. En el juicio, la acusación había sido mucho mayor: la Justicia lo señaló por 18 casos en total. No cumplió su condena completa; fue liberado cuatro años después.
Pecollo murió este viernes tras más de un mes de agonía en el Hospital Güemes de Haedo a causa de diversas heridas en la cabeza, según adelantaron medios locales y confirmaron fuentes policiales. El 30 de octubre pasado, una turba lo golpeó hasta dejarlo ensangrentado en un pasillo interno de la Catedral de Morón. Pecollo, trompetista, estaba allí como parte de un orquesta para dar un concierto. Quienes lo atacaron, aseguran testigos, eran manifestantes que habían organizado un escrache. Sus remeras decían: «Con los chicos, no». No es la primera vez que suena el slogan alrededor del caso: un video dirigido a Peccolo subido a Youtube por una mujer tiene la misma leyenda.
El concierto estaba a cargo de la Pequeña Orquesta de Morón, de 20 miembros y vinculada al Conservatorio Alberto Ginastera. Pecollo era un alumno en el lugar. Había llegado a la orquesta a fines del año pasado para cubrir una suplencia, recomendado por el trompetista titular. En mayo último, Pecollo obtuvo el puesto. El concierto que lo llevó a la muerte era el tercero que realizaba con la Pequeña Orquesta. Un miembro del conjunto que fue testigo presencial del ataque apuntó: «No sabíamos de sus antecedentes penales. No los pedimos. Fue una sorpresa».
«Pasó en el medio del concierto. Empezaron a rodear a Marcelo, gritando que había ‘un pedófilo en el lugar’. Marcelo se fue para atrás, a un pasillo que conecta a la Catedral con el colegio parroquial. Lo corrieron y lo agarraron. Si le pegaron los papás de sus víctimas realmente no lo sé», contó esta persona.
Un hombre intentó defender a Pecollo, para amortiguar los golpes, sin suerte, mientras al menos cinco personas lo agredían contra la pared, la boca de Pecollo ya llena de sangre, con hematomas visibles en su cara. Su compañero en el conjunto corrió para llamar a la policía. Para cuando llegaron los efectivos de la Comisaría Nº1 de Morón los agresores ya se habían ido.
La trompeta del violador, asegura su compañero de orquesta, todavía no fue encontrada. Hay quienes creen que Pecollo fue golpeado con su propio instrumento.
Hoy, la causa que investiga la muerte está en manos de la UFIJ Nº2 de Morón. La carátula del caso, inicialmente «lesiones», se convirtió en «homicidio».
UN VIOLADOR SUELTO EN MORÓN
Testigos presenciales confirmaron que dos hombres y una mujer le pegaron a Mariano Pécollo hasta desmayarlo. Antes de que perdiera la conciencia, vomitaba sangre y sentía mareos. Los dos hombres lo tomaron por los brazos mientras la mujer le pegaba.
Mariano Pécollo estuvo preso primero en el Penal de Magdalena, luego en el de Gorina y por último en la Alcaidía de Ituzaingó con un régimen abierto. Durante su condena, ejerció el pastorado.
Su padre, Héctor, enfermó de los riñones y comenzó diálisis y es el único familiar directo que le quedaba.
Pécollo egresó del Colegio Don Bosco y fue líder en los scouts. Al salir de la cárcel, para ganarse la vida, cursó la carrera terciaria de Ayudante de Farmacia en un instituto de San Justo. El día en que le entregaron el diploma, también sufrió escraches pero no fue atacado.
Los que presenciaban el concierto jamás se imaginaron que iban a pegarle a Pécollo una vez que saliera de la Catedral. Por lo tanto, quedaron en sus lugares sin poder registrar los hechos, excepto por el Director del Conservatorio Provincial de Morón que estuvo durante la golpiza intentando separar a los agresores.
Pécollo también ejecutaba la trompeta en la Orquesta de la Facultad de Odontología. Y ya lo tenían identificado. Por lo tanto, es fácil deducir que Pécollo estaba bajo seguimiento por familiares de las víctimas.
Fuera la intención o no, al darle la paliza, finalmente lo mataron. Esto significa que aunque «se les haya ido la mano», hubo la intencionalidad del resultado porque los golpes fueron feroces.