El presidente del Partido Justicialista (PJ) de Buenos Aires, Máximo Kirchner, asumió a fin de 2021 luego de idas y vueltas, con el calendario y con la aceptación de que el líder de La Cámpora sea pura cepa peronista; por cierto, el único que lo manifestó abiertamente (aunque dicen que no estaba solo) fue el intendente Fernando Gray, a quien hicieron irse antes de la conducción del PJ bonaerense.
No transcurrió mucho tiempo, digamos que es un verano movido, y la semana pasada el hijo de la vicepresidenta Cristina Fernández renunció a otra presidencia: la del bloque del Frente de Todos (FdT) de la Cámara de Diputados. Ese movimiento, acompañado por su respectiva misiva, desacomodó un poco más el tablero de una coalición de gobierno que amalgama diversos sectores. Por el motivo, cobra mayor fuerza el portazo. Básicamente, Máximo K no acuerda con las negociaciones con el FMI, dirigidas por un equipo económico designado por el presidente de la Nación, Alberto Fernández, identificado con el peronismo porteño.
En medio de una coyuntura caldeada en el plano nacional – pandemia, crisis económica, enfrentamientos políticos -, llegó el momento de la elección de autoridades de los Consejos del Partido Justicialista en los distritos. El 17 de febrero, presentación de listas con sus respectivos avales; y el 27 de marzo, las internas. Siempre y cuando no quieran seguir corriendo fechas. Y acá empieza la batalla territorial, potenciada en las Comunas en donde no gobierna el FdT.
Por citar un caso en el cual hoy no saben qué depara el futuro inmediato, para una conducción que se extenderá por cuatro años, Tres de Febrero – donde hay alrededor de 17 mil afiliados – podría ser un buen botón de muestra. Como dato no menor, desde hace 30 años diseñaban una sola lista.
Hay tres grandes espacios en pugna (aparte de algunos satélites): el camporista, representado por Juan Debandi, candidato en las últimas dos elecciones generales, hoy al frente del bloque de concejales del FdT; el que podría ser llamado “peronismo ortodoxo”, que remite a figuras como Hugo Omar Curto, de buen diálogo con Alejandro Collia, que es en la actualidad uno de los principales referentes del PJ; y la Mesa Peronista, que no formó parte del armado en los comicios legislativos, pero que trabajó dos años en la construcción de una estructura sólida. Desde el massismo, por ahora, sólo miran de reojo, ya que en algún momento Máximo K y Sergio Massa proyectaron un acercamiento estructural entre el PJ y el Frente Renovador.
Es un hecho que la Mesa Peronista ahora quiere ser protagonista y empuja como cabeza de lista a Horacio Alonso. Desde ese espacio dijeron a Guía de Noticias que “no nos negamos a la unidad, si se lee el nuevo mapa distrital”. O sea, insisten con que no hay un líder natural en 3F. “No dependemos de las decisiones de nadie”, desafían.
La ronda de reuniones definitorias no arrancó todavía porque algunos protagonistas estuvieron de vacaciones. Pero las próximas dos semanas serán movidas. ¿Qué sentido tiene quedarse con el sello del partido? La respuesta de varias fuentes consultadas es que desde el PJ se pretende ordenar la ingeniería partidaria con miras a 2023, con el deseo superior de derrotar en las urnas al intendente Valenzuela.