El gobierno debe apartarse de las malas prácticas.
En la década del 70, en la Argentina, los grupos de poder pergeñaron la acción para inducir la reacción y justificar la contra reacción. Mientras el objetivo visible era el enfrentamiento armado, la verdadera guerra, el verdadero objetivo encubierto, era la guerra económica que llevó a un endeudamiento del país de 7 mil millones de dólares a 48 mil millones.
La teoría de los opuestos y la necesidad de tener siempre un enemigo visible fue la estrategia que fracturó a la sociedad argentina y la que sumió y dio paso a la época más nefasta de la historia argentina.
A cuatro meses de gestión, este nuevo gobierno todavía no generó ninguna medida que favorezca a los más pobres o sectores vulnerables de la sociedad. El que pega primero pega dos veces, se ha constituido en la metodología elegida.
A simple vista, de seguir con tal temática no tardará mucho en aparecer un nuevo término relacionado a la falta y pérdida de cientos de miles de empleos que podría tranquilamente ser definido por el número que representa (casi un cuarto de millón) en un nuevo delito, el de genocidio laboral.
Ante la falta de anuncio oficial sobre un programa de gobierno, las denuncias, los operativos cinematográficos montados en las villas acompañados por los laboratoristas de opinión, resaltan a las claras que en vez de actos de gobierno hasta la fecha aparecen lo que podríamos denominar escaramuzas o tácticas de distracción, sobre una sociedad en la que el gobierno anterior se encargó de fragmentar y que este nuevo gobierno con estas acciones, se empecina en consolidar.
Otra vez parecería ser que a estos y los otros les vuelve a servir la teoría de los opuestos o del enemigo visible (teoría desarrollada por Heráclito de Éfeso).
Basta con leer y escuchar las declaraciones de los funcionarios de ayer, “las muertes por causa de robo eran simples sensaciones de inseguridad”, ahora las sociedades off shore son hechos aislados normales autorizados por los mercados internacionales que nada tienen que ver con las acciones privadas de los hombres y mucho menos con la ética ni la moral. ¿Otra sensación? Qué paradoja.
El maestro enseña y el burro castiga, la clase dirigente argentina está llena de maestros en todo y profesores en nada.
El vaciamiento intencional de las empresas, por un lado, y la súper población de 2015 en el Estado de empleados obliga inexorablemente hacer la observación adecuada respecto a la responsabilidad que le cabe también al movimiento obrero, que no ha hecho el llamado de atención oportuno para evitar llegar a esta dura instancia.
A la par de esto, también hubo mucha gente ilustrada y preparada que miró para el costado. Es harto sabido que existen mecanismos de represión psicológica recurrentemente usados que se encuentran camuflados, los que permiten una encubierta represión social que da paso a una patología de la normalidad marcada por el empobrecimiento psíquico y crónico, resultante por tal accionar recurrente en esta sociedad.
El obrero afirma: los mejores índices de medición lo dan los trabajadores. Ellos son lo que anuncian la estadística exacta entre lo que dura su sueldo y las jornadas que le faltan para llegar a fin de mes (sumado a paritarias congeladas, tarifazos e impuestos a las ganancias que en vez de reducir perjudicados cada vez incluyen a más sectores de trabajadores).
El movimiento trabajador argentino deberá exigir la creación de una ley de “Emergencia ocupacional” que impida o suspenda temporalmente los despidos. El Gobierno con el apoyo de la oposición, hace que todo el peso de la crisis recaiga sobre los que menos tienen, encontrándose estos en un estado total de indefensión.
El pueblo perjudicado es el que sigue dando con su esfuerzo, y los que juraron ser aliados se han convertido en los principales enemigos del gobierno (cadenas de supermercados que no paran de remarcar precios, constituyéndose en unos de los principales generadores de inflación; los que fueron beneficiados con la reducción de las retenciones al Agro, que no liquidaron los dólares prometidos, léase Cargill, Dreyfus, Bunge, Nidera, Glencore, ADM, las cooperativas ACA y FACA, AGD y Molinos)
El Gobierno a esta altura de los acontecimientos ya tiene indicios suficientes para saber dónde están los aliados y quiénes son sus enemigos.