Los dos hicieron historia por sus revoluciones. Diego Maradona, en el fútbol; y Fidel Castro, en la política. «Estoy muy triste. Murió un amigo», fueron las palabras de Maradona cuando se enteró en 2016 del fallecimiento de Fidel, a los 90 años, y a quien conoció en 1987.

Sus vidas estaban entrelazadas. Desde que se conocieron, Maradona fue un gran admirador de Fidel, como ya lo era del Che Guevara, a quien llevaba tatuado en su brazo derecho.

La relación entre Fidel y el Rey del fútbol se afianzó en el tiempo que Diego se instaló en Cuba para curarse de su adicción a las drogas. En el comienzo del año 2000, Maradona estuvo muy mal y se salvó de milagro, por eso se fue a Cuba para someterse a un exhaustivo programa de desintoxicación en el complejo turístico de salud de La Pradera, en La Habana. Y la relación entre ambos fue creciendo hasta considerarse amigos. El líder cubano lo visitaba seguido y se pasaban horas conversando del fútbol y política.

Incluso, Diego se animó y le realizó una entrevista años después, para su programa «La noche del Diez».

Hoy, la muerte los vuelve entrelazar: fallecieron el mismo día, un día que pasará a la historia, un día de luto mundial. Pero ellos, seguro, se reencontrarán en el cielo y podrá seguir con sus charlas y fumando habanos.