La Argentina tiene un nuevo Presidente electo y se abre para el país un escenario impensado hace no mucho tiempo: Javier Milei estará al frente del primer gobierno nacional libertario.

«Hoy comienza el fin de la decadencia argentina», manifestó Milei desde su búnker ubicado en el Hotel Libertador. «Basta del modelo empobrecedor de la casta, hoy volvemos a abrazar el modelo de la libertad», resaltó, tras ser presentado por su hermana, Karina Milei, antes de subir al escenario. Remarcó que «no hay lugar para gradualismo» desde el 10 de diciembre cuando asuma el poder.

En el ballotage, el 55,6% de los argentinos y argentinas le dieron su respaldo en las urnas, por una amplia diferencia que quebró otra vez el mayor número de pronósticos sobre un final cabeza a cabeza con el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa. El libertario se impuso en 21 provincias con poco más de 11 puntos de diferencia y su victoria no pasó desapercibida en otras partes del mundo

En ese primer discurso (leído) como Presidente electo, pidió «responsabilidad» al gobierno nacional. «Que entienda que ha llegado una nueva Argentina y que actúen en consecuencia. Que se hagan cargo hasta el final del mandato del 10 de diciembre». Además, fue una respuesta a Massa, que había dicho, antes de que sea público el recuento provisorio, que las decisiones económicas dependen ya de La Libertad Avanza.

En otro momento, en su discurso de poco más de 15 minutos, Milei mencionó que «nuestro compromiso es con la democracia, con el comercio libre y con la paz. Vamos a trabajar codo a codo con todas las naciones del mundo libre». Capítulo aparte parece ser el gigante asiático.

Aliado al macrismo, recuperó territorios que había perdido de las PASO a las generales en manos del peronismo; revalidó en otros que nunca cedió, como Chubut, Córdoba, Jujuy, Mendoza y Santa Fe, entre otras provincias; y sumó nuevos distritos, donde se habían impuesto Juntos por el Cambio en los dos turnos previos, CABA, Catamarca y Chaco. También ganó en Entre Ríos y Corrientes, que se pintaron primero de amarillo, en agosto, y luego de celeste.

Los ejemplos más resonantes: en Córdoba venció a Massa por un 74,2% contra el 25,7% y perforó el techo de votos que había cosechado Macri en el balotaje de 2015 y que le abrió la puerta al Gobierno. En Mendoza, llegó al 71,3% contra el 28,6% del ministro de Economía. También ahí sumó más votos que sus aliados,

La Libertad Avanza contuvo a gran parte del opositor, al crecer de los 7,8 millones de octubre a los 14,4 millones ayer. Con un voto en blanco más bajo que en las PASO y las generales, de 1,5%, y un leve crecimiento del voto nulo -de 0,8 a 1,6%-, las y los electores tomaron partido por una de las dos opciones en pugna y no eludieron la decisión.

En paralelo, solo una pequeña fracción decidió no participar de los comicios, pese al fin de semana largo que amenazaba con aumentar el ausentismo. Acorde a los datos provisorios informados por las autoridades, el 76,3% de los electores concurrieron a las mesas de votación, apenas por debajo del 77% que había dicho presente el 22 de octubre y muy por arriba del 70% que asistió a sufragar en las PASO.

Sergio Massa, que había duplicado su caudal de votos desde las primarias a las generales, pudo sumar dos millones más en esta ocasión. Sólo se impuso en la provincia de Buenos Aires, Formosa y Santiago del Estero, todos distritos de larga tradición peronista y que permanecerán en manos de gobernadores de ese cuño.

La mayor sorpresa, como el 22 de octubre, la dio el territorio bonaerense, esta vez por la negativa. El candidato presidencial de UP triunfó con una magra cosecha para las expectativas puestas en la primera provincia en cantidad de electores: terminó casi parejo con el libertario, 59,7% a 49,2%. La alianza con Juntos neutralizó la gran diferencia que había conseguido el ministro de Economía el 22 de octubre.