Incisivo en sus diagnósticos, Victorio Pirillo es uno de los pocos referentes del mundo gremial que disparan autocríticas por lo que considera una «relación de debilidad del movimiento obrero» frente a un fortalecido gobierno de Cambiemos.
El Sindicato de Trabajadores Municipales de Vicente López que conduce participó en la movilización del pasado martes. «Quién no puede estar a favor de que no haya despidos, que se garanticen las fuentes de trabajo, quién no va a estar en contra de que los derechos laborales adquiridos a través de luchas se preserven», argumentó.
Sin embargo hizo una lectura crítica de la medida. «No hay líderes sindicales ni políticos», sostuvo en diálogo con Guía de Noticias. «Se vio claramente que dirigentes del triunvirato estaban debajo del palco haciendo pucherito, ofuscados quién sabe por qué. Mandaban un mensaje de disconformidad», observó en relación a Héctor Daer, uno de los líderes que intentó desactivar la movilización.
Pirillo, de raigambre peronista, a su vez reconoce que «el macrismo ganó las elecciones con votos de pobres y de peronistas». Y pide que «se dejen de lado los vedettismos», como principio para reconstruir las organizaciones de trabajadores.
¿Cree que en la coyuntura actual era necesaria una medida de fuerza mayor como un paro nacional?
Un paro nacional es una expresión general de algunos sectores, una herramienta válida de todos los trabajadores. Pero salir a hacerlo desordenadamente y que pueda ser un fracaso traería un fracaso gremial y una apertura lisa y llana del Gobierno a vulnerar con ligereza todos los derechos laborales que hoy estamos protegiendo.
¿Quiénes estuvieron entonces?
Por lo que pude ver fueron las organizaciones sociales quienes llenaron cuadras de gente. Son las que más movilizaron. Son los actores de este nuevo tiempo, con muy buenos dirigentes, que trabajan codo a codo con sus bases. Muchos de estos dirigentes viven en los barrios donde militan. Es una nueva forma de expresión que fue oxigenada por el kirchnerismo en buena medida para romper el monopolio de la CGT en cuanto a los reclamos gremiales y sociales.
O sea, ¿la CGT perdió capacidad de organización y movilización?
No es un problema de la central gremial, sino más general ¿Qué diputado convoca? Ninguno ¿Qué gobernador? Ninguno. La sociedad está en un quiebre y una crisis de representatividad porque los partidos políticos han sido vaciados de contenido ideológico. El caudillismo murió. No hay líderes sindicales ni políticos. Son todos coyunturales, de los que la gente se enamora un tiempo, como con Menem, Alfonsín y Kirchner. Pero, cuando la sociedad ve que las respuestas son lentas o se van en otra dirección, abruptamente mueren. El menemismo murió con Menem, el duhaldismo con Duhalde y el kirchnerismo se extingue tras estas elecciones, porque va camino al fracaso. El macrismo durará lo que dure el gobierno.
Según ese análisis, ¿no hay un terreno fértil para que el Gobierno haga avanzar sus políticas?
Está bueno que avancen las políticas si son para beneficio del pueblo. Y de la clase trabajadora, que es la que más aporta, con sus sueños y sacrificios. Mauricio Macri es presidente en parte gracias al voto de muchos trabajadores, él gana con votos de pobres y de peronistas. Pero ahora se empeña contra un poder que no es tal, porque la CGT no tiene el poder de los años ´70. El sindicalismo fue fuerte cuando conducían los gremios de producción, pero hoy los que más movilizan son los estatales.
¿Cómo se entiende este estado de cosas?
Es la realidad de las relaciones asimétricas. Viene el vicepresidente de los Estados Unidos (Mike Pence), que es más que nuestro Presidente, y se impone. Rusia y China también se imponen. No hay margen de negociación para el que está en la posición más débil. En nuestro caso, el movimiento obrero está en debilidad frente al Gobierno. Mientras que el Gobierno tiene respaldo internacional y un respaldo popular ratificado por los votos de las PASO.
¿Cómo reconstruir un sindicalismo unido?
Hay que dejar los vedettismos de quién conduce a quién. Y también dejar de lado las mezquindades de poner a las propias organizaciones por encima de los trabajadores que representan.