La flamante incorporación del ex presidente del Banco Ciudad, hombre de Aníbal Ibarra y ex secretario de Hacienda del municipio de La Matanza, Roberto Feletti, hacen conjeturar que se agrega al equipo de Manzur. Fernando Espinosa, un intendente que se caracteriza por la precarización laboral regional, en sí un anónimo más entre tantos famosos que lo son momentáneamente a fuerza de malas noticias y propagandas rentadas, que sólo buscan cambiar la legislación que no le autoriza su reelección. A esto se le agrega el intocable equipo económico que nadie puede cuestionar, que tranquilamente nos podría llevar sin debate alguno camino a un “Plan Austral 2”.

La incorporación también de Juan Manzur pone en jaque de igual forma al Gobierno con la irritación, principalmente, de grupos feministas que reprochan, entre otras cosas, por el caso de Lucía, la niña de 11 años violada y obligada a parir por la desaprobación de un régimen político anti derechos y misógino que le negó el acceso a la interrupción legal de su embarazo.

Aníbal Fernández, que saliera redimido de muchas controversias, pese a todo sostiene incólume una mayoritaria resistencia social que no lo tiene como redimido ni perdonado a pesar de su vasta experiencia, que sería más útil en este momento para el golpeado gobierno en terceras filas como armador de equipos más que en primera, como hace poco fuera nombrado.

Lo cierto que estos y tantos actores más que ya sumó la administración nacional y otros de los que escuchan consejos sin ningún éxito visible, da una idea de empalizada; de muralla y todo lo que se construye en tal sentido es para defenderse, encerrarse y no para rehacerse o recuperar terreno perdido, con lo cual el Gobierno a esta hora tiene muchos estilos y personalidades que tienen distintos polos que tornan complejo conformar un plan heterogéneo y único que pueda ser exhibido.

Un inexperto Javier Milei, inspirado en el partido político español “VOX” fundado por Francisco Abascal Conde que ataca con dureza y por igual el sistema gubernamental, la Justicia, a los sindicatos, a la denominada casta política, a la empresaria y por sobre todo al Estado, acapara la atención de muchos. El escenario no deja de ser propicio para nuevas figuras y este último es una de ellas.

La hoy denominada oposición argentina, exageradamente en su mayoría patética, cuya mediocre propuesta gira en votar a un tal “colo” por el solo hecho de ser pelirrojo o a un exiguo neurólogo que parecía sumar más de lo que restó. Así, Milei con un libreto antiguo calcado de un economista austríaco Friederick Hayek, de Milton Friedman, Ana Schwartz, Irving Fisher y otros afamados monetaristas que brillaron en la década del 50/ 60 y que en 1970 supieron captar adeptos bajo estos “principios” a ultranza reaccionarios llegando a crear en su momento el llamado “Partido Libertario”, es decir nada nuevo ni moderno.

Monstruos injustos y pendencieros como Ronald Regan y Margaret Thatcher, enemigos bélicos de la Argentina en la guerra de Malvinas, fueron adeptos a esta corriente que tanto sufrimiento aportó a gran parte de la humanidad. De todas formas, por participar en este decadente y corrompido sistema vigente, el nuevo arcaico hombre ya forma parte del actual odiado staff político.

El artículo 3 de la carta orgánica del Banco Central exhibe como finalidad “promover en la medida de sus facultades y en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad monetaria; estabilidad financiera; el empleo y el desarrollo económico con equidad social», es eso lo que ataca Milei o los que están detrás de él al decir que el Banco Central debe ser dinamitado.

Por su lado, los empresarios más poderosos de la Argentina, un club de tránsfugas que se hicieron archimillonarios con las leyes laborales vigentes, exigieron flexibilización – actualización de la ley laboral -, el final de la doble indemnización y la prohibición de despedir trabajadores pudiéndolo hacer a discreción y sin miramientos bajo el lema que “despedir trabajadores permite generar más empleo”.

La elección está más que complicada, el escenario nacional no ayuda y los 19 mil millones de dólares que vencen para su pago en marzo de 2022. Condiciona todo esfuerzo y hasta el mejor de los programas que, por otro lado, no existe porque sólo hay anuncios de meras aspiraciones de deseo que nunca se concretan. Lo desconocido, con viejas recetas sobre lo muy arcaico fracasado y aburrido, que insisten en fórmulas mercantilistas que nada tienen que ver con los principios sociales que el Gobierno ahora llama para su instalación a modo de complacencia con el mundo empresarial.

Medidas pro empleo privado y genuino, arrojan como resultado que lo único cierto es que esta vez el movimiento obrero, los delegados de base y comisiones internas por ser considerado prescindibles e inconsultos no tendrá ninguna responsabilidad sobre las duras jornadas post electorales y económicas que se avecinan para esta Argentina que por la calidad de los actores que hasta acá decidieron y deciden, al parecer tiene su futuro tristemente sellado.