Rousseff y Temer, discursos contrapuestos en un país convulsionado

Mientras que la presidenta suspendida en su cargo para ser sometida a juicio político apuntó a un intento de golpe, el mandatario interino trazó su plan de gobierno por estos 180 días.

La presidente brasileña, Dilma Rousseff, suspendida de su cargo por el Senado, habló desde el Palacio de Planalto horas después de finalizada la maratónica sesión. Denunció en los primeros segundos de su discurso, «es un impeachment fraudulento, un verdadero golpe» y consideró que el proceso en su contra pone en jaque «el respeto a las urnas» y «la voluntad soberana del pueblo».

«Cuando a una presidente electa se la acusa de un crimen que no cometió, no es un impeachment, es un golpe», insistió la jefa de Estado, que llamó a los brasileños a mantenerse «movilizados, unidos y en paz».

«Luché mi vida entera por la democracia», destacó. «El destino siempre me impuso múltiples desafíos y conseguí vencerlos. Sufrí el dolor de la tortura y ahora sufro más de una vez. Lo que más duele en este momento es la injusticia», agregó.

«Está en juego el futuro del país, la oportunidad y esperanza de avanzar», dijo Rousseff, quien además defendió su gestión al frente del Ejecutivo: «Mi gobierno no cometió ningún acto represivo contra movimientos sociales ni manifestantes de ninguna posición política».

Habló también para sus simpatizantes en la puerta de Planalto. «Quien dio inicio a este golpe lo hizo por venganza, porque nos negamos a darle los votos en la comisión de ética para que fuese absuelto», dijo la mandataria en referencia a Eduardo Cunha.

«Estaba haciendo un chantaje contra el Gobierno y no soy una mujer que acepte ese tipo de chantaje», dijo, y agregó respecto de la decisión del Senado que la dejó fuera del Ejecutivo: «Estoy lista para resistir por todos los medios legales».

El proceso de impeachment contra la primera mujer presidente de Brasil, de 68 años, se basa en acusaciones de que cometió un «crimen de responsabilidad» al pedir préstamos a bancos estatales para ocultar déficits presupuestarios durante su campaña a la reelección en 2014 y varios meses de 2015.

Rousseff afirma que es víctima de un «golpe parlamentario» liderado por su ex aliado y hoy enemigo Michel Temer, que fue su vice desde 2011 y ahora es el flamante presidente interino de Brasil.

Pero en los hechos, el apoyo al impeachment es alimentado por una fuerte desilusión de los brasileños en medio de una profunda recesión económica y revelaciones de una gigantesca red de corrupción liderada, sobre todo, por políticos del partido en el Gobierno, sus aliados y grandes empresarios que se pusieron de acuerdo para robar a la estatal Petrobras.

TEMER: “BRASIL ESTÁ VIVIENDO LA PEOR CRISIS ECONÓMICA”

El presidente interino de Brasil, Michel Temer, declaró en su primer pronunciamiento tras sustituir a Rousseff, suspendida por el Senado, que es necesario «tener confianza en la democracia brasileña».

En una ceremonia sin pompas, a la que asistieron cientos de líderes políticos que hasta hoy estaban en la oposición, también pidió confianza en «la recuperación de la economía nacional, en los potenciales del país y en sus instituciones sociales y políticas».

En esa línea, pidió la colaboración de «partidos políticos, liderazgos, entidades organizadas, al pueblo brasileño, para sacar al país de esta gran crisis». En ese marco tomó juramento a sus 22 flamantes ministros y pidió diálogo.

Dejó en claro que no recortará los planes sociales del gobierno de Dilma Rousseff. «Ninguna reforma alterará los derechos adquiridos», prometió.

Con respecto a la crisis económica, Temer agregó que adoptará políticas para la estimulación de la economía y para atraer inversiones con el objetivo de combatir la elevada inflación y el creciente desempleo.

El mandatario afirmó que trabajará para un país federal «de verdad» y «no artificial, como sucede en la actualidad». Y agregó que tiene un objetivo claro para las transformaciones del país: sostenibilidad, inversión privada y creación de empleos.

«Requerimos que el gobierno apoye al pueblo. La moral pública será nuestro objetivo y el Lava Jato (escándalo de corrupción) es una referencia. Brasil está viviendo la peor crisis económica, 11 millones de personas desempleadas. La situación de la salud pública es caótica. Nuestro plan es poner un freno a esta caída de la calidad de vida», afirmó.