“En la primavera de la democracia, nosotras seguíamos siendo perseguidas como en la dictadura. O sea, había democracia para todo el pueblo argentino menos para la población travesti – trans. No disfrutamos la democracia hasta que se derogó el Código Contravencional de Faltas”. Ese es parte del recorrido del colectivo y lo cuenta Fátima Rodríguez Lara, una reconocida activista de Rosario.
En diálogo con Guía Sexus, esta enfermera de 46 años, casada y presidenta de la
asociación civil inclusiva y diversa Red Reparar, entidad que procura acompañar y defender los derechos de las personas por orientación sexual o identidad, dice sin vueltas: “Estoy para cambiar el paradigma”.
Y recuerda, “tenemos una identidad aceptada y reconocida por el Estado a partir de 2012, cuando se sancionó la ley de Identidad de Género. La población mayor de 40 años sufrió persecución durante muchos años, por lo cual no teníamos acceso a la salud, la educación”.
“No pedimos que la gente nos ame – agrega -, simplemente que reconozca nuestra existencia, que convivamos, que haya un trato digno”. Durante la entrevista aclara que “fuimos bastante tolerantes al permitir que un Estado nos persiga y nos maltrate. Pero nunca voy a hablar desde la victimización”.
A la normativa le sigue el aspecto social. “El imaginario colectivo de una travesti o a una persona trans es una chica parada en la esquina, porque es a lo que el Estado nos condenó a lo largo de la historia. Al no tener oportunidades estás en una esquina vendiendo drogas o prostituyéndote”.
En ese sentido, Fátima tiene una mirada abolicionista: “Creo que la prostitución tiene que ser un último recurso. No es un trabajo, porque no hay actividad lícita que ponga en riesgo tu vida, tu salud y tu libertad al unísono”.
¿Cómo es la situación de una persona trans en nuestro sistema de salud?
Tenemos la ley 26743 que avala y garantiza el acceso pleno a todo tipo de tratamiento hormonal y cirugía para modificar el cuerpo, como hice yo mi cirugía de resignación sexual. Además, en esta provincia (Santa Fe) se accede sin problemas a estos tratamientos; pero hay otras provincias en donde no es de esa manera.
¿Cómo viviste el proceso de tu formación, ya de adulta?
Con total naturalidad e ingenua de lo que estaba marcando para la gente que me rodeaba. Con el tiempo empecé a trabajar el marco de referencia para otras personas. Me enfoco en que exploten sus capacidades, que estudien. Me pone muy feliz cuando van a la facultad, o regresan a la escuela. Es muy importante que haya referentes.
¿Parte de tu misión como enfermera pasa por abordar la violencia institucional dentro del sistema de salud?
Me gusta acompañar. Estoy para cambiar el paradigma social, cultural, situacional, educativo de la población travesti – trans. Me siento partícipe de un crecimiento y cambio de perspectiva. Pongo mi tiempo, mi vida, mi familia, para ayudar a quienes más necesitan y reparar a esas personas, que a veces no tienen esperanzas.