Su presentación dice mucho de ella: Lucía Hernández, 27 años, de Ciudadela; es tatuadora, maquilladora y curvy model, con debilidad por el modelaje de lencería. Pero, antes hubo un camino recorrido: “Logré amigarme con mi cuerpo, me acepto como soy”, cuenta en diálogo con Guía Sexus.
Se asume “adicta a la ropa” y apuesta al diseño de emprendedorxs, con quienes hay diversidad de talles y estilos, “el talle único es una locura, ¿único para quién?”, se pregunta. Por ese motivo, uno de sus anhelos es que las personas acepten y disfruten sus cuerpos, “me gustaría inspirar a los demás”.
“Modelos alternativas suelen ser chicas que tienen el pelo de distintos colores, tatuajes, piercing -señala -. En el modelaje, por lo general, estamos acostumbrados a ver cuerpos hegemónicos”. De todos modos, avanza otra tendencia: “Hoy se está abriendo un terreno que sale del modelaje tradicional. Hay diferentes estilos y les dan la posibilidad a muchas personas de mostrarse y, desde el lado del consumidor, sentirse identificado”.
Consultada por sus comienzos como modelo, Lucía recuerda, “en el colegio me cargaban mucho y yo pensaba que quería ser modelo, para que vieran que podía modelar. Empecé casi como un juego, una amiga tenía una cámara e hicimos una sesión de fotos, y después unas compañeras de la escuela me invitaron a un desfile de ‘cuerpos reales’”. Y confiesa, “me gusta modelar ropa interior, porque además de mostrar el producto, está bueno sentirse sexy”.
Además de ser tatuadora, en su propio cuerpo tiene 40 tatuajes. Para el maquillaje cuenta la misma premisa, la actitud es todo. “Te pintas los labios de rojo y te hace sentir más segura, más linda”, indica.
“La mirada del otro no siempre es buena. Me pasa con familia cercana, por ejemplo, mi papá me dice ‘me gusta la foto que subís, pero estás medio desnuda’”, y concluye: “A veces duele, pero con el paso del tiempo entendí que al otro le puede gustar o no, pero eso no modifica el tipo de persona que soy. Mientras no molestes a nadie, tenés que hacer lo que te gusta”.