Mariano Coronas tiene 42 años, es de Villa Crespo y se define como un hombre cisgénero heterosexual. Hace más de un año lleva adelante una cuenta de Instagram que se llama @lamasculinidad donde habla sobre la «masculinidad tradicional y normativa» como una masculinidad «triste y desconectada».
Desde su lugar de hombre blanco, de clase media y heterosexual, cuestiona, reflexiona y pone en «jaque» a los privilegios que los varones tienen en una sociedad patriarcal. Prefiere hablar de «masculinidades» para «romper con esa talla única que impuso el patriarcado».
Se informa, aprende, hace talleres y comparte herramientas para hacer más visibles los machismos y micromachismos que muchas veces pasan desapercibidos. No le habla a las mujeres y no binaries, les habla a los varones, es a ellos a quienes quiere interpelar con su contenido.
La cuenta de Instagram empezó siendo un espacio para hacer catarsis, hoy tiene más de 7 mil seguidorxs y va en aumento.
¿Cuándo y por qué empezaste con la cuenta «La masculinidad»?
Con la página empecé hace más o menos un año y medio, pero tuvo un cambio. Antes subía únicamente caricaturas o frases y hace unos meses que empecé a subir publicaciones referidas a las masculinidades. Hubo un clic, que no sé bien cuál fue, creo que una sumatoria de cosas en este recorrido. Escuché por primera vez la palabra masculinidades y desde ahí empecé a leer un montón de contenido y a participar de talleres. A medida que me interioricé en el tema me empezaron a hacer ruido muchas cosas, pero también me empezaron a cerrar muchas otras. Al principio no tenía muy en claro hacia dónde iba con la página, pero si sabía que quería recopilar info sobre el tema y expresar estas cosas que me pasan a mí con la masculinidad normativa. Sumado a esto, mis amigas feministas, yo siempre digo que me fueron sembrando el feminismo en mi mirada. Al principio tenía un poco esta cuestión del «aliado» pero me di cuenta que por otro lado no estaba revisando mi día a día.
En la descripción de la cuenta en la red social decís que te «gusta pensar a la masculinidad tradicional y normativa como una masculinidad triste y desconectada», ¿a qué hacés referencia?
La masculinidad tradicional y normativa la entiendo como un talle único al que el sistema, el patriarcado, nos pone como modelo para reproducir. Yo estoy dentro de esa masculinidad hegemónica, intentando salir de ahí para sacarme ese traje de «macho». Cumplí con esa talla única y me esmeré para llegar a esa talla única. Digo, sos hombre, tenés que jugar al fútbol, comer asado y no sacarle la grasa, tenés que ser seguro, hipersexuado, expresándolo siempre con tus pares.
En ese pacto de caballeros, cuando estamos todos juntos, me las mandé todas. Cuando empecé a leer sobre masculinidades la vi con muchos nombres: tradicional, hegemónica, heteronormativa. Cuando digo «triste y desconectada» hago referencia a que estamos desconectados de las emociones, de la forma de vincularnos con otros hombres, y en ese sentido es triste. Siempre tuve muchas amigas mujeres y lo que me pasaba era que con ellas podía compartir mis emociones y charlarlas y con mis amigos no. Triste es una manera suave de llamarla. Yo no quiero que me aplauda el feminismo, mi compromiso tiene que ver con los varones, con contagiarlos, con interpelarlos, con alcanzarles herramientas para que volvamos a conectarnos con nuestras emociones.
¿Qué significado tiene el logo del zapato en tus publicaciones?
Con el logo del zapato me pasó algo puntual, de hecho ya no lo estoy usando y fui muy, muy criticado. Cuando arranqué a subir contenido sobre las masculinidades contraté una diseñadora gráfica para hacer el logo. Me presentó tres o cuatro, y cuando vi el zapato lo interpreté como esta cuestión de ponernos en los zapatos del otre. Me acordé de un montón de amigas diciéndome que el zapato de taco era incómodo y me quedé con eso, justamente los hombres tenemos que ponernos incómodos. No me refiero a trasvestirnos sino a las incomodidades que nos llevan a nosotros a romper el pacto de caballeros. Pero una vez una chica me dijo, «che, ¿vos usaste alguna vez zapato con taco? Sos un hombre, una vez más, suponiendo algo». Y tenía razón. Pero bueno, es parte de mi desconstrucción, también. Si mis intenciones son buenas, no tengo que tener miedo a equivocarme.
¿Tu público son sólo varones heterocis?
Cuando abrí la cuenta no pensé en el público, porque no pensé que iba a haber público. Un poco la hice como para hacer catarsis, era algo más para mí. Al principio noté que la mayoría eran mujeres. Cuando la página fue creciendo empecé a hacer muchas historias con encuestas o ciertos temas para captar hombres. Hoy en día, las métricas me dan un 55 por ciento mujeres y un 45 por ciento varones, y me siento muy orgulloso de eso. Vi las métricas de otras cuentas que también hablan sobre masculinidades, Latinoamericanas y de Europa, y en general son de un 75 por ciento mujeres y un 25 por ciento varones. Yo a los que quiero interpelar es a los hombres, más allá de muchos mensajes que recibí al punto que quería cerrar la cuenta, cada piedra que caía me daba de lleno. Me pareció como una puerta de entrada y tuvo sus efectos.
¿Recibiste agresiones de otros varones por el contenido que publicás?
Sí, recibí agresiones, mucho troll. Inconscientemente nosotros somos soldados del patriarcado sin tener mucho fundamento. Atacamos a todo lo que no entra en la talla única, sea del género que sea, de hecho podés ser heterocis pero si sos gordo ya no entrás en esa norma. Eso lo sentí para conmigo. Muchos me escribían y me decían cosas como, «no sé de qué hablas», «yo eso no lo elegí desde chico». Me han mandado mensajes con mi foto, que yo no había subido, diciéndome «te vamos a ir a buscar». Cualquier comentario que venga de una manera no empática reproduce el machismo. Es una manera machista de comunicarse.
En una de tus publicaciones decía, «si alguien te marca un machismo decí gracias», o sea que hay personas que lo agradecen.
Sí, eso lo reflexioné en un momento muy particular. Habíamos terminado de jugar al fútbol con unos amigos y estábamos tomando algo. En un momento yo digo algo y un amigo me dice, «eso es machista». Yo me quedo, lo pienso y le digo, «boludo, tenés razón, no me di cuenta». Si me marcan un machismo no me siento atacado, al contrario, quiero que me lo marquen. Nadie está libre de no cometer un machismo o un micromachismo, no hay que sentirse atacado sino agradecido.
Hay varones que dicen no ser machistas, ¿creés que realmente es así?
Decir no soy machista, es machista. Es imposible, les diría que me digan cómo hicieron porque tienen la solución. Sí creo que las nuevas generaciones tienen más naturalizado la cuestión de los géneros fluidos, la diversidad y la orientación sexual, pero el machismo va cambiando de color un poco. Esa naturalización no significa que no se sigan reproduciendo machismos desde otros lugares, lamentablemente. En los partidos y movimientos políticos y las organizaciones sindicales, por ejemplo, hay una estructura machista muy fuerte que no se cuestiona. Estas instituciones están lideradas por varones; cuando se democraticen las voces ahí adentro, vamos a poder hablar de un cambio estructural.